Durante un resfriado o gripa, la alimentación juega un papel importante en la recuperación. Algunos alimentos pueden empeorar los síntomas, por lo que es mejor limitarlos mientras te recuperas.
¿Por qué aparecen las gripas?
Las gripas aparecen cuando el cuerpo es invadido por virus respiratorios, siendo el más común el virus de la influenza. Estos virus se transmiten principalmente a través de gotas de saliva al toser, estornudar o hablar, así como por el contacto con superficies contaminadas. Una vez que el virus ingresa al organismo, se adhiere a las células de las vías respiratorias y comienza a multiplicarse, activando el sistema inmunológico.
El sistema inmunológico responde a esta invasión liberando sustancias químicas que provocan inflamación y aumentan la producción de moco, lo que genera síntomas como fiebre, congestión, dolor de garganta, tos y malestar general. Factores como el clima frío, la baja exposición al sol o un sistema inmunológico debilitado pueden favorecer que el virus se propague y cause la enfermedad.
¿Qué alimentos se deben evitar en un resfrío?
Cuando se padece un resfriado o gripa, ciertos alimentos pueden empeorar los síntomas y ralentizar la recuperación. Por eso, es recomendable evitar:
- Lácteos enteros: leche entera, quesos grasos y cremas, porque pueden aumentar la producción de mucosidad y congestión.
- Frituras y alimentos muy grasosos: dificultan la digestión y pueden favorecer la inflamación.
- Azúcares refinados: dulces, refrescos y postres industriales, ya que debilitan las defensas del cuerpo.
- Bebidas con cafeína o alcohol: promueven la deshidratación, afectando la recuperación.
- Alimentos ultraprocesados: embutidos, comidas enlatadas y botanas empaquetadas, debido a su alto contenido de sodio y aditivos que aumentan la inflamación.
- Picante y condimentos fuertes: pueden irritar la garganta o el estómago, sobre todo si hay tos o fiebre.
- Jugos industrializados: los embotellados con azúcar y conservantes no aportan los nutrientes necesarios; se recomienda fruta fresca.
¿En qué época hay más gripas?
Las gripas son más frecuentes durante los meses fríos, generalmente en otoño e invierno. Durante estas estaciones, las bajas temperaturas y la menor exposición al sol favorecen que los virus respiratorios se transmitan más fácilmente.
Además, el aire frío y seco puede debilitar las defensas de las vías respiratorias, mientras que las personas tienden a permanecer más tiempo en espacios cerrados, lo que aumenta el contacto cercano y la propagación del virus. Por eso, la incidencia de resfriados y gripas suele incrementarse en estas épocas del año.